MIYAMA, japonés de referencia en Madrid

Hoy hablamos de Miyama, uno de los restaurantes japoneses de referencia en Madrid, ubicado a espaldas de la Gran Vía, cerca de la Plaza de España.

Cuando hablamos de comida japonesa y de algo tan sensible como el pescado crudo, no podemos obviar que un restaurante de confianza nos ofrecerá siempre materia prima de primera calidad, y esto repercutirá siempre en el precio. Quiero decir con esto, que aunque no es un sitio barato, el precio está más que justificado en este caso.

Abajo os enumero los platos que pedimos y que podéis ver en las fotos:

1. Tartar de atún picante
2. Niguiri de chicharro. Imprescindible apreciar el perfecto corte al bies del pescado y como este envuelve el arroz, impidiendo que se seque. El arroz suavemente compactado, pero nunca apelmazado es el otro coprotagonista de la cocina japonesa, y en su perfecta ejecución reside gran parte del éxito de sushi.
3. Temaki de atún picante 
4. Niguiri de huevas de salmón
5. Niguiri de anguila. ¡Mi favorito junto con el tartar de atún!
6. Mousse de tres chocolates, presentado en una maceta roja con un toque nipón, en claro homenaje al tiramisú de Heston Blumenthal. Una licencia del Miyama, pero no está mal.
7. Trufas de chocolate y té verde (cortesía de Miyama).

La cocina es excelente, y el ambiente tan agradable, en este pequeño restaurante, que a veces nos quedamos a tomar unos gin tonics animados por el saber hacer del jefe de sala, Eduardo.  

A lo arriba mencionado, le añadimos 2 botellas de vino blanco y 3 gin tonics, y la cuenta para 4 salió por 223,50€.

CURIOSIDADES SOBRE LA COCINA JAPONESA

Algunas cosas curiosas sobre lo poco que entendemos la comida japonesa es cuando echamos el wasabi a la soja y empapamos el lado del arroz con esta mezcla. Lo correcto es poner el wasabi en nuestro sushi y mojarlo por el lado del pescado, con lo que evitamos que al empaparse se desmorone, y no absorba tanta soja. 

El tamaño del sushi ha de ser del tamaño de un bocado, pues se considera de mala educación morderlo a la mitad y dejarlo en el plato. 

¡Ah! Y tan correcto es comer con palillos, como hacerlo con la mano. Eso sí, si usas palillos ten en cuenta que tienen dos extremos. Para servirte de un plato común, coge la pieza con los extremos superiores, y para llevarte la pieza a la boca, con los extremos inferiores, los más estrechos. Es una cortesía hacia el resto de los comensales.


MIYAMA
Calle de la Flor Baja, 5
28013 Madrid - España
Tel: +34 915401386

MÜR, café y "gin cakes"

El fin de semana tocó tarde de cine y aprovechando la ocasión nos tomamos un café y algo más en Mür, en la Plaza de Cristino Martos.

El café tiene una maravillosa terraza, con vistas a la Plaza de España y la calle Princesa de fondo. 

El local recuerda a un café inglés, con su bajada a un semisótano de anchos muros y ladrillos vistos. Arriba una sala más amplia tiene balcones con vistas a la plaza. La oferta: cafés, tés, tartas, menú semanal de cremas, ensaladas y sándwiches por 9,50€, brunch los fines de semana y el “gin cake”, un pack de precio cerrado, de gin tonic y tarta, por 10€. 

Este es un buen sitio para desayunar o merendar un café con una rica tarta de zanahoria  o de tiramisú. Tienen una buena selección de tartas, y hasta scones al estilo inglés (pero entre nosotros, todavía les falta algo, para que sean auténticamente ingleses, como que suban, por ejemplo). Si eres muy tiquismiquis y has probado un cream tea en Inglaterra, mejor no los pidas.

Por lo demás, bastante recomendable, para echar un rato antes o después del cine. Dos cafés y dos tartas costaron 12,20 euros.

Y lo del brunch me lo estoy pensando. Cualquier fin de semana de estos, cae seguro.

CAFÉ MÜR
Plaza de Cristino Martos, 2
Madrid - España
Tel.: +34 91 139 98 09

RESTAURANTE JIMÉNEZ, mi favorito en Majadahonda

Este restaurante, abierto desde 2003, tiene algo de sitio encantado, situado en el antiguo apeadero de tren del Plantío–Majadahonda, escondido entre varios chalets de la zona y todavía pegado a las actuales vías del tren. Una casita rodeada de árboles difícil de encontrar por casualidad y que alguien te tiene que descubrir para saber que existe.

Hace ya años que frecuento el sitio, siempre por alguna razón muy señalada y siempre en compañía de gente a la que realmente considero buenos amigos, no puedo decir otra cosa más que lo asocio siempre a buenos momentos.

Empezamos a ir para celebrar cumpleaños de algunos compañeros de trabajo, y así sigue siendo, aunque ahora intentamos celebrar más cosas, como que nos vamos de vacaciones, que volvemos, que llega la Navidad o qué echamos de menos la comida de David Jiménez, su dueño.

¿Qué decir de David? Que después de ir un par de veces ya te ubica perfectamente y te hace sentir como en casa. Lo accesorio es que este cocinero que ha crecido entre fogones, está curtido en excelentes cocinas como la de Arzak o Berasategui.

Cuando he ido, siempre ha sido entre semana, a tomar su menú de 22,5€ + I.V.A (y entre nosotros, me siento como una pequeña ladrona, al pagar este precio, por un menú que muy pocas veces, en otros restaurantes, está a la altura por el doble de importe).

La última vez, abajo os dejo las fotos, iba con una amiga y pedimos platos distintos cada una, para probar más cosas, y David, rápidamente nos improvisó un mini-menú degustación digno de las princesas que nos hizo sentir. Al final, cada una probó 4 medios platos, en una vajilla de altura, una presentación impecable y dos postres a compartir. Si alguien encuentra algo mejor, y no es en casa de su madre o su suegra, que nos lo cuente.

David, volveré a por esas islas flotantes que me tienes prometidas. ¡Amigos, qué postre el que borda este caballero!

De izquierda a derecha y de arriba abajo, 4 platos del menú del día y 2 postres:

• ensalada de frutas a la plancha
• ajoblanco con vieira
• risotto
• merluza al horno
• fondant de chocolate con helado de vainilla
• fresas con nata y crujiente de granola

RESTAURANTE JIMÉNEZ
Avd. de la Estación S/N 

28220 Majadahonda - Madrid - España 
Teléfono: + 34 91 372 81 33

LUBINA A LA ITALIANA

Tardé muchísimo tiempo en atreverme con las recetas de pescado. Cada vez que lo intentaba era un desastre, se secaba, o por dentro estaba cruda, la tenía que sacar y meter del horno montones de veces hasta llegar a un punto tan sólo comestible.

Finalmente lo intenté cada sábado hasta que empezó a salir a mi gusto y una de las formas en las que encuentro que la lubina queda más jugosa es haciendo el pescado en un semi-papillote, como os indico abajo.

PREPARACIÓN

-Precalentar el horno a 210º.

-Cortar las chalotas y el ajo en láminas y sofreir en dos cucharadas de aceite de oliva, hasta que se doren.

-La lubina se puede pedir para hacerla al horno, y te la dan preparada y limpia en la pescadería. 

-Sobre una bandeja colocamos un trozo grande de papel aluminio o papel de horno, (como medio metro), y encima ponemos el sofrito y dos cucharadas de vino.  Después ponemos la lubina, a la que metemos parte del sofrito en el interior junto con una rama de albahaca y unos granos de hinojo. Añadimos los tomates, un chorreón de aceite, sal y pimienta y cerramos el paquete con el aluminio. Probablemente la cola y cabeza no queden cubiertos, pero la idea es que el pescado no se seque, no tiene que estar cerrado herméticamente, con que el cuerpo quede protegido será suficiente.

-Lo metemos al horno durante 35-40’, y comprobamos tras este tiempo que el pescado está hecho. Es decir, que la carne se separa fácilmente de la espina. Si le falta algo de cocción, cerramos el paquete y lo metemos otros 5 minutos al horno. 

-Con este tipo de cocción nos aseguramos un pescado hecho pero jugoso. 

-Añadimos unas hojas de albahaca fresca, un chorretón de aceite de oliva extra y os aseguro que toda Italia os vendrá a la cabeza.

ENTRE SUSPIRO Y SUSPIRO

Siempre me ha gustado la fachada de este restaurante, cercano a la Plaza de Ópera. Entre Suspiro y Suspiro es un restaurante mejicano, pero alejado de ese estereotipado mundo de colores saturados.

La iconografía es obviamente mejicana, pero ofrecida de una forma refinada y elegante, un sitio que no te defraudará si sabes valorar el continente y el contenido. 

Un lugar que puedes elegir sin equivocarte para una cena íntima o una ocasión especial.

Como era la primera visita al restaurante, probamos dos clásicos mejicanos: cochinita pibil y pollo al mole. De entrantes unos margaritas de mango con chile y unos tacos del pastor de pato.

La cochinita pibil es una receta tradicional que tiene como base el cerdo, asado bajo tierra lentamente (aunque no en este caso), envuelto en hoja de plátano. La salsa es una base de achiote y se sirve con cebollas moradas maceradas. En nuestro plato la hoja de maíz evoca las originarias hojas de plátano y se acompaña de forma clásica con la cebolla morada, guacamole y arroz.

El mole es otra receta ancestral azteca que suele hacerse con un ave en una salsa de chocolate negro y un sinfín de especias. Al chocolate se le une puede unir el chile, plátanos macho, cebollas, tomate, ajo, frutos secos, canela, clavo, ajonjolí o cualquier otro ingrediente. En la carta de este restaurante, sirven pollo en un mole hecho de treinta y dos especias y arroz. Lo acompañamos con unas tortillas de maíz.

Taco del pastor, de pato.

Pollo al mole.

Cochinita pibil.

Margarita de mango y chile.

La cocina es muy recomendable, el servicio perfecto y el lugar muy destacable. Por ponerle un pero, decir que la iluminación nocturna no me gusta. Tiñe todo de un color morado casi espectral, y desvirtúa la esmerada decoración del restaurante y la combinación cromática de los platos. 

Imagino que a mediodía este sitio bañado por la luz de los amplios ventanales tiene que ser completamente diferente, y en la próxima ocasión elegiré una comida solo por experimentar este local con la luz natural, porque es obvio que me ha gustado y os lo recomiendo.

ENTRE SUSPIRO Y SUSPIRO
Calle de los Caños del Peral, 3
28013 Madrid -  España
Tel.: +34 915 42 06 44

HUERTO DE LUCAS, mercado de comida orgánica

Pasarías mil veces por delante y nunca imaginarías lo que El Huerto de Lucas te depara, y es que este proyecto ecogastrocultural está situado en el patio interior de un edificio del barrio de Chueca. 

Cubierto y decorado por decenas de plantas colgantes, este espacio dedicado a la comida orgánica reúne diferentes puestos con variada oferta: panadería, charcutería, frutería o carnicería. Hay también una cantina con cocina ecológica, por supuesto, o puedes tomarte un café con un pedazo de tarta mientras la luz cenital del lucernario inunda las mesas de este espacio compartido.

El Huerto además funciona como plataforma de promoción y difusión de actividades relacionadas con el medio ambiente, y dispone de espacio para pop up stores  y que podéis seguir a través de su web. 

Es un sitio curioso que nace al calor de la conciencia medioambiental y explora distintas posibilidades en este incipiente interés por lo "eco". No sé hasta dónde llegarán en este proyecto, cuasi-experimental, pero podréis verme sentada en estas mesas tomando una limonada de procedencia ecológica, o según se acerque el otoño, comprando productos para hacer reconfortantes cremas. Es mi forma de apoyar iniciativas como esta.

¡Nos vemos por aquí!



EL HUERTO DE LUCAS
Calle San Lucas, 13
28004 Madrid - España
Tel.: +34 91 513 54 66

MERCADO DE MOTORES, una delicia vintage

Confieso que siento gran envidia cuando visito los mercados o mercadillos de otras ciudades europeas. Me gusta la cultura de la compra-venta de objetos de segunda mano, y los mercados repletos de tentaciones. Y lo que más envidio es un mercado callejero de frutas, hortalizas o cualquier producto artesano, ¿y qué decir de la comida callejera? En mi ciudad, Madrid, apenas existen estas oportunidades, aunque poco a poco parece que estamos empezando a abrirnos a este tipo de experiencias.

Por eso, con grandes expectativas voy al Mercado de Motores, mercado vintage y de diseñadores, que además acoge puestos de productos agrícolas, panes, quesos, aceites o embutidos. Apenas un puesto por variedad de producto, pero espero, que poco a poco, las opciones se amplíen.

El mercado se sitúa en la antigua Estación de Delicias, donde se ubica el actual Museo del Ferrocarril, y cada segundo fin de semana de cada mes, en sus andenes, se despliegan numerosos puestos. La antigua estación con sus ejemplares de antiguos trenes bien valen una visita, además coincidiendo con el mercado, la entrada es gratuita. 

La visión parece casi un set de una producción cinematográfica y me parece un entorno privilegiado y digno de que se consolide y traiga movimiento a esta zona descuidada de Madrid, Delicias.

Me cuenta unos de los dueños de un puesto que los gestores del Mercado hacen una selección entre los aspirantes a tener un hueco entre estos andenes, y que nunca saben si van a ser reclamados para siguientes ediciones. En el exterior de la estación, hay puestos de particulares que venden ropa, libros, discos o los regalos que no les gustaron de las últimas Navidades. Podéis cazar alguna "ganga" como yo, que salí con una huevera francesa de alambre, la de la foto por 25€ y un jarrón de cristal, por 20€, y sólo había venido a echar un vistazo. 

Existen además otras razones para venir a este mercado y es que hay varias zonas para descansar tomando una cerveza o picar algo disfrutando de algún grupo que toca en directo, por lo que pasar una mañana o tarde en este recinto es más que recomendable. Yo diría que es una cita imprescindible para los amantes de los mercados de las pulgas, y por supuesto, punto de encuentro de los vecinos de la zona. 

No sé a qué esperáis, pero yo me apuntaba ya, a la siguiente convocatoria de este Mercado de Motores. 

MARICASTAÑA, desayunar en Malasaña

Soy asidua de Maricastaña, sobre todo porque me queda al lado de casa. 

Es este un local que ofrece desde desayunos hasta cenas, abierto sin interrupción todo el día.

Me gusta sobre todo desayunar los fines de semana. Desayunar en este barrio -Malasaña- es todo un ritual, mejor llegar no muy tarde y coger sitio al lado de los ventanales, abiertos en verano. La sensación es más la de estar en una terraza cubierta que en un sitio cerrado.

Y una vez encontrada una buena ubicación, sólo o bien acompañado, periódico, revista, libro o Mac en mano, empezar a saborear el fin de semana. 

Cafelito con tostada y zumo natural, pan blanco o de centeno, mantequilla con mermelada o tomate con aceite, o huevos revueltos o tarta de zanahoria, o un brunch...  hoy con música de The Smiths de fondo y la gente del barrio que pasa.

Otros sitios que me gustan para desayunar en Malasaña son La Bicicleta, Mercado de San Idelfonso o Toma Café. 

MARICASTAÑA
Calle Corredera Baja de San Pablo, 12
28004 Madrid
Teléfono: +34 91 082 71 42

PASTA GRANGER, de calabacín y atún

El verano ha hecho estragos en nuestra figura y en nuestro bolsillo, y además, el calor que no afloja, no invita a entrar en la cocina.

Por eso recurro a mi "pasta Granger", que es ligera, barata y además no necesitas pasarte más de 15 minutos cocinando.

Esta receta es original de Bill Granger, cocinero australiano con numerosos restaurantes, varios libros publicados y series televisivas dedicadas a su particular forma de entender la cocina.

Yo he adaptado la receta en cantidades para que encaje en mi dieta de 1200 calorías, con pasta dos veces en semana, que además es perfecta para meterla en un tupper y comerla en la oficina.

INGREDIENTES:

• calabacín en tiras (calcular uno pequeño por persona, pues reduce bastante)
• 2-3 ajos laminados
• piel de limón rallada y zumo de medio limón
• atún en aceite de oliva (una lata pequeña por persona)
• pasta normal o integral (45-50 gramos por persona, si estás a dieta)
• aceite de oliva, sal, pimienta y hierbas aromáticas
• Optativo: queso parmesano recién rallado
• aceitunas negras

1. Poner la pasta a cocer con un poco de sal, siguiendo los tiempos de cocción recomendados por el fabricante.

2. Laminar el calabacín con un pelador, incluida la piel bien lavada. La parte central, con semillas es mejor desecharla para esta receta, pero se puede aprovechar para una crema más tarde.

3. Calentar una sartén y un poco de aceite, saltea el calabacín hasta que suelte parte de su agua y quede cocinado, con 2-3 minutos es suficiente. Reserva el calabacín.

4. Trocea unos ajos y saltea con un poco de aceite, que no se ennegrezcan nunca, y en este aceite saltea la pasta hasta que se impregne del aceite. Añade entonces el calabacín, ralladura de piel de limón, atún, zumo de medio limón, hierbas (frescas o secas), sal y pimienta al gusto.

Yo a esta pasta, cuando no hago dieta, le hecho una generosa ración de queso parmesano, en lascas, o algunas aceitunas negras para decorar, y te queda un plato único completo, y fácil de llevar a la oficina.